Llovía.

 Comienzo 17. Llovía.

Dejó de llover cuando lo ignoré.

Amenazaba lluvia cuando lo sospeché.

Diluviaba cuando lo confirmé.

Había dejado de llover. Entonces le ví. Estaba tumbado en la hamaca, con la cabeza ladeada sobre su hombro izquierdo, los ojos cerrados. Desde la ventana de la cocina no podía observar más detalles de su rostro pero adivinaba una mueca de disgusto en sus labios. Descorrí la cortina por completo para que entrasen todos los olores que había dejado la lluvia. Me acerqué a la mesa, todavía con los restos del desayuno silencioso, como todos los desayunos posteriores a mis noches de huída; yo devorando tostadas y él bebiendo a pequeños sorbos su café con leche, con la mirada fija en mi taza sin atreverse a mirarme. Se había convertido en un ritual, otro día de silencios, sin reproches.

Continuará.

Nada.

Comienzo 16. Nada.

El timbre no dejaba de sonar. Ella permanecía acurrucada, temblorosa, en un rincón de la cocina.
-¡Para, para!
Temblaba sin cesar.
Él se fue de madrugada sin llevarse nada. Ella se quedó seca, sin lágrimas. Simplemente se fue y la dejó sola y tan vacía que no quería dejar de temblar para poder sentir algo, aunque fuese pánico.
Continuará.

Venenos. TI.

Comienzo 15. Venenos. TI.

Era el cuarto día consecutivo que despertaba bañada en un sudor frío. Permaneció inmovil sin atreverse a abrir los ojos. Sabía lo que iba a encontrar. Tampoco se aventuró a levantarse de la cama ya que no podría llegar hasta el cuarto de baño. Mordió  la sábana y la estiró subiéndola hasta su cuello sin usar sus manos para no tener que verlas. Intentó realizar varias inspiraciones ya que en breve comenzarían los temblores y con ellos el pánico.
Continuará.

La mujer decapitada que seguía escribiendo.

Comienzo 14. La esquela.

«Es muy triste, pero en la actualidad lo único que me interesan son los muertos». Eso decía miss Marple cuando leía su periódico vespertino. Exactamente a mí me ocurre lo mismo . Cuando llego a mi pueblo los fines de semana, lo primero que hago es leer las esquelas que se exponen en distintos lugares. Dejo el coche en una plaza de aparcamiento que tengo alquilada en una finca cercana a mi casa y al cruzar la calle me encuentro con el primer expositor, la cristalera principal de un bar.

En los pueblos ya se sabe, quién no tiene apodo no es nadie y por ese motivo el sobrenombre aparece más destacado que el nombre del difunto en esos anuncios mortuorios. Y cuando a alguien la han apodado la Decapitada

Continuará.

Rojo, amarillo y verde.

Comienzo 13. Stop.

La joven de la boina roja se detuvo en el semáforo. Metió las manos en los bolsillos de su chubasquero, se afianzó al suelo entreabriendo ligeramente las piernas y aspiró una bocanada de aire húmedo. Cuando el semáforo cambió a verde ella permaneció inmóvil mientras una avalancha de gente en ambos sentidos rozaba sus costados.

Continuará.

Lección magistral.

Comienzo 12. Educandos.

– Recapitulando, estimada audiencia, las auténticas y veraces causas de asesinato son casi siempre triviales -hizo una pausa y bajó del entarimado dirigiéndose a la primera fila-. Dinero, amor, odio y venganza. A esas no hay autopsia viable que las desvele.
La sala quedó en silencio hasta que Don Manuel volvió a hablar.
-A la salida, la señorita Amparo les dará el certificado de asistencia a la ponencia y tengan a bien rellenarlo ustedes mismos.
Y entonces estalló un aplauso general. A fin de cuentas, los estudiantes habían asistido en busca del papelito. Un crédito académico para sus expedientes, sin apenas esfuerzo, asistiendo a tres jornadas para escuchar al siempre ameno Don Manuel Garrido, director de la Escuela de Medicina legal y forense, era un caramelito para aquellos futuros sabuesos criminales.
Continuará.

Curso por correspondencia.

Comienzo 11. Curso por correspondencia.

Entró en su dormitorio con el correo que acaba de recoger del buzón. Lanzó sobre la cama todas las cartas excepto un sobre acolchado. Sin poder contener la excitación, con una de sus llaves perforó un minúsculo orificio en una de las esquinas y después, al tiempo que lo apretaba contra su pecho, acercó su naríz e inhaló el aire que expulsó.

Continuará.

Bulto sospechoso.

Comienzo 10. Quién lo encuentra se lo queda.

– ¿Por qué nadie me dijo nada?
Alfonso miró el collar del perro y tensando la correa apartó al animal del fardo. Del contenedor, sobresalía una esquina y un buen trozo de cuerda desmochado. No podía pasar desapercibido. El envoltorio, amarillo limón, actuaba como un faro. A esas horas, por allí ya habrían pasado no menos de cien personas. La cámara de seguridad de la sucursal de la CAM ayudaría pero antes debía cruzar la calle hasta la farmacia, el reflujo le estaba quemando vivo y no llevaba encima ni un mísero cachito de antiácido. Le dejó el chucho a Julia y se marchó mascullando improperios. Ella sabía que en esos momentos era mejor no decir nada. Le esperaría allí sentada dando las gracias al concejal de limpieza que tan diligentemente había ubicado el contenedor de basura al lado de un banco, y además con respaldo.
Continuará.

Un féretro vacío.

Comienzo 9 . Féretro.
No penséis en alguien excéntrico o estrafalario. No. Es el más común de los mortales (tiene guasa lo de «mortales»). El mismo se buscó el apodo. Cuando uno se llama Rodrigo cualquier otro apelativo es mejor. Estuvo indeciso entre ataúd, cajón o sarcófago. También recibió algunas sugerencias como tumba y sepulcro, pero él quería ser el contenedor, no la morada definitiva. Para más inri, se atrevió a añadirle apellido: Féretro Vacío. Así recalcaba su disponibilidad, unos se agregan a Meetic.es y otros
Continuará.